Los peligros para los carretes durante los controles en los aeropuertos son genuinos, aunque no son consistentes. Aquí te indicamos cómo prevenir una posible aparición de neblina en tus fotos.
En la actualidad, todos contamos con una cámara fotográfica en nuestro bolsillo gracias a los teléfonos móviles. Sin embargo, aún existen nostálgicos que optan por utilizar cámaras digitales, y otros doblemente nostálgicos que no han abandonado las cámaras de carrete tradicionales. De hecho, en los últimos años, tras una disminución en las ventas, estas últimas han experimentado un resurgimiento en popularidad. A pesar de la conveniencia de las cámaras de carrete, aquellos que las eligen para sus viajes en avión a menudo olvidan la precaución necesaria al someter los carretes a los controles de seguridad en los aeropuertos.
Estos funcionan mediante rayos X que realizan una radiografía a nuestro equipaje, para comprobar que no hay nada prohibido en su interior. Si en dicho equipaje llevamos la cámara y la película fotográfica, es posible que sufra daños que, al pasar por el revelado, se transformarán en una especie de neblina muy visible en las fotos.
No siempre se produce este problema al someter los carretes a los controles de seguridad en los aeropuertos, pero hay ciertos factores que pueden acentuar el riesgo. Es por eso que Kodak ha desarrollado en los últimos años una guía de pautas para pasar películas fotográficas a través de los controles de seguridad sin comprometer la calidad de nuestras fotos. Solo es necesario prestar atención a algunos detalles. Pero antes que nada, ¿por qué existe este riesgo?
Las películas fotográficas constan de varias capas, cada una con funciones distintas, pero la capa gelatinosa es la responsable del riesgo que enfrentan los carretes al pasar por los controles de seguridad en los aeropuertos.
Esa luz, reflejada desde los objetos que deseamos capturar, entra a través del diafragma y el obturador, los cuales regulan tanto la cantidad de luz que entra como la duración de su exposición. Las áreas en las que la luz incide sobre los cristales se oscurecerán debido al efecto de la plata metálica. Por otro lado, las áreas que no reciben luz no experimentarán ningún cambio. De esta manera, se forma el negativo de la imagen, el cual luego debe ser revelado mediante otras reacciones químicas.
Incluso cuando ya se ha captado la fotografía, la película fotográfica sigue siendo sensible a la luz. Por eso, los carretes se guardan en cubiletes oscuros y se debe evitar en todo momento que se expongan a la luz. Pero también a otro tipo de radiaciones, como los rayos X.
Cuando los rayos X, con la capacidad de penetrar en la caja que contiene el carrete, impactan en la película fotográfica, se genera un efecto similar al de la luz. El resultado es una especie de neblina o la aparición de rayas que, por supuesto, arruinan las fotos que aún no han sido reveladas.
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