A Xavi y a mí se la pasaban agrediéndonos, a Becky no. Le temían desde la vez que le pegó a uno de los chicos en el estómago. El golpe fue tan fuerte que lo hizo vomitar. La violencia fue aumentando constantemente. Los maestros estaban rebasados y su intervención siempre fue lenta e ineficiente. Algunas veces los regañaban, pero no servía de nada. Entonces Becky comenzó a defendernos.
Era tal mi angustia que comencé a enfermarme con frecuencia del estómago; ahora puedo ver que todos esos síntomas fueron motivo del acoso. Mis noches se volvieron intranquilas, daba vueltas en la cama y no tenía ganas de ir a la escuela.
Fantaseo con romperle la cara al Cone. A menudo sueño que estamos en el patio y él me insulta y me insulta sin darme respiro, después, sin pensarlo, le doy un golpe en la nariz con todas mis fuerzas. Me lanzó sobre él y lo tiró al suelo. Su cabeza se golpea con una enorme piedra. La sangre fluye, formando un enorme charco a su lado. Golpeo el cuerpo inerte del Cone y comienza a revolcarse en el suelo como un insecto bocarriba sin poder levantarse. Un insecto al cual solo quiero aplastar. En ese momento siempre me despierto, temblando en la obscuridad de miedo y coraje, y ya no puedo volver a dormir. Para calmar mis nervios, escucho música. Una dosis de metal a todo volumen siempre funciona.
Con Xavi la agarraron desde el primer día, cuando el maestro le llamó “Rita” al tomar lista y él tuvo que responder a ese nombre. Ese día, yo tenía unas ganas enormes de ponerme mi falda negra sobre unas medias, pero sabía que eso era imposible. El primer día de clases siempre es complicado, más si a un chico como yo, se le ocurre vestir con ropa de mujer. A Xavi lo arrinconaban en una esquina del salón, mientras todos gritaban: «¡Esquina! ¡esquina! ¡esquina!» El grito de guerra. Tomaban vuelo y lo aplastaban contra la pared, luego comenzaban a tocar su cuerpo. Algunas veces hasta lograron meterle mano por debajo de su ropa, tocando sus pechos o entre sus piernas y frotando sus miembros sobre él.
Nuestra relación fue creciendo, ahora me doy cuenta de que no solo éramos amigos, teníamos una relación amorosa. Todo empezó en casa de Xavi, en un ambiente seductor donde nos fuimos acercando. El pelo de Becky sobresalía por los tenues reflejos que entran por la ventana mientras contemplaba el hermoso tono azul de su cabellera, que del otro lado se encuentra rapada, mostrando su cráneo y una multitud de piercings.
Nuestros ropajes obscuros me recordaban una película de vampiros, donde se seducen lentamente, casi sin moverse, tocando sus cuerpos con una suavidad imperceptible; las yemas de los dedos que acarician la piel tersa, las lenguas que recorren las orejas y el cuello, en el momento que se escucha la profundidad seductora de la voz de Peter Murphy. Mi mente juega con las imágenes: el cuerpo delgado y elegante de Peter; su rostro con pómulos prominentes y aspecto vampírico; Becky mueve con suavidad los brazos sobre mis piernas, subiendo por debajo de mi falda, tocando mis muslos por encima de las medias. La suave sensación de la tela me excita. Me dejo hacer y observó el delicioso jugueteo de las lenguas de Becky y Xavi que se desnudan, una fotografía instantánea: las hermosas siluetas de sus cuerpos alumbrados a través de la ventana. Me inclino hacia los pechos de Becky y tomó un pezón entre mis labios. La respiración de los tres se agita, siguiendo el ritmo de la música y la cámara se aleja para colocarse en lo más alto del cuarto.
Quedamos recostados en la cama, desnudos entre las sábanas, abrazados y con las piernas entrelazadas. El reflejo de las luces que entran por la ventana descubre las ropas de los tres sobre el piso. El cálido cuarto fue testigo de nuestra transformación.
Ese día nos olvidamos de todo. Becky, Xavi y yo nos acariciamos en medio del patio, sentí las percusiones de mi corazón junto al ritmo de mi respiración acelerada. No nos dimos cuenta, pero todos estaban viendo la escena: un chico transexual, la típica chica tomboy y un chico con ropa de mujer se dan un beso de tres. ¡Todo un espectáculo!
Regresamos al salón sin Becky que fue al baño. Las burlas empezaron apenas mis botas tocaron el salón. Nos gritaban «¡putos, maricones!». Fue ahí cuando inició el grito de guerra: «¡esquina, esquina, esquina!». Y nos llevaron a la fuerza. Sentí las manos rasposas y ásperas de mis compañeros que recorrían mi cuerpo. Mi estómago se retorció y comencé a sentir náuseas. Xavi mordió a un compañero que, enfurecido, le rompió la nariz. Mi enojo iba en aumento cuando un compañero me apretó los testículos, grité y le di un rodillazo en los genitales que lo hizo doblarse mientras mordía la mano de alguien más y así logré zafarme.
Pero Xavi seguía en su poder, lo sacaron del salón a empujones, le habían roto la camisa y la ropa interior, por lo que se le veía uno de sus pezones. Cone dirigía todo y pude ver que tenía un encendedor en la mano, lo prendió y acercó a Xavi. Él le gritaba groserías asustado. Cone le puso el encendedor caliente un par de veces en los brazos y entonces los ojos de Xavi se llenaron de lágrimas.
Mientras los compañeros lo tocaban y golpeaban por todas partes, Cone prendió el encendedor y lo acercó hacia la ropa de Xavi. El fuego le recorrió en segundos hasta la mitad de la espalda. Todos se hicieron a un lado. Incluso algunos de los agresores se asustaron. Cone se reía de él, mientras Xavi, desesperado, trataba de apagarse.
Estábamos junto a las escaleras, en el segundo piso. En ese momento corrí hacia él, pero Becky, que también venía corriendo, llegó primero, y sin pensarlo recibió a Cone con una patada en el pecho. Un fuerte golpe que hizo caer al Cone por las escaleras. Su cabeza golpeó varias veces el suelo. Recordé mi sueño recurrente, el mar de sangre y al insecto Cone, desfallecido. Aún recuerdo el sonido de su cabeza al estrellarse, al caer como un insecto al cual quiero aplastar.
Un maestro corrió hacia la escena y al acercarse logró ver a Xavi tirado en el piso, quemándose. Lo apagó y bajó hacia el insecto.
Xavi y yo no parábamos de llorar en el salón de detenciones. Vemos salir a Becky acompañada de dos policías y del director. Atrás venían sus padres con una cara de susto que se notaba a la distancia; minutos después salió una camilla con el insecto aplastado y sus padres a un lado. Lo subieron a la ambulancia mientras nosotros seguíamos llorando. El sonido de las sirenas perdurará por siempre en mi cabeza.
Arturo Llamas
Artículo recomendado:
• El servicio es evaluado año con año, al ser considerado uno de los programas…
• El espacio será el vínculo de interacción del legislador con la comunidad en la…
• Inicia Campaña de Vacunación para la Temporada Invernal 2024-2025; se realizará del 15 de…
• La propuesta plantea regular estos productos mediante su conversión en biodegradables o compostables por…
• El alcalde de Atizapán de Zaragoza llamó al sector productivo a ser solidarios, y…
• El operativo montado, es el resultado del trabajo conjunto en la Mesa de Coordinación…