Los partidos políticos en el país apremian a la renovación de sus órganos de dirección, aún en el éxito como en el fracaso, y es viable la mutación por el natural desgaste de quienes lo dirigen, pero de una manera profunda, y para nada “simulada”, como el instrumentar métodos de selección ” a modo” y pretender “eternizarse”, sin que haya pie a una verdadera democracia interna, en la que se cancela toda una gran oportunidad a la participación directa de sus bases o militancia, obviando desde luego, las “elecciones entre cuates”, o de los que no son afines, a los también ” Grupos, Expresiones o Corrientes Políticas Dominantes” y que al final, la conducción es del nivel “de un cacicazgo, club o pandilla”.
La actualización es inevitable, y todas las fuerzas políticas deben entender por congruencia, que tienen que superar en mucho sus formas de conducción, de formación ideológica y de cuadros, si es que existen, o el adoctrinamiento a propósito de tener sumamente bien cimentados sus valores y principios, y bajo esa lógica, evitar “el chapulineo, el camaleonismo o de plano, y decirlo claro y como es, “la traición” por no cumplir con los intereses de grupo, más que de sus membresías, y “brincar a otro instituto”, elevando los grados de “promiscuidad justamente política”, y ” cambiar de partido, como cambiar de calzones, calcetines y playera”, y lo peor, asumirse al grado de los notables genios o líderes de quienes literal, todo mundo estaba esperando.
Lo cierto es, que cada cual tiene a su Mario Delgado, en morena, o a su “Alito”, Alejandro Moreno, (PRI), Marko Cortés (PAN), a Dante Delgado Rannauro en Movimiento Ciudadano, (MC), Karen Castrejón en el PVEM, o Alberto Anaya (PT) o “Los Chuchos, en el extinto a nivel nacional PRD, y precisamente todos e igual, con los mismos formatos en la toma de decisiones, “las mismas mañas y las mismas trampas”, a favorecer quizá no al mejor, sino al que mejor puede responder al cúmulo de intereses creados, a las élites de poder que se han acostumbrado en el tiempo a subsistir en base a las prerrogativas, subvenciones y otras líneas de financiamiento, gracias al “emblema, la marca y la franquicia”, y que interesa ser el organismo político dominante, si es posible sobrevivir entre “las rémoras y la chiquillada”.
El otro gran tema, y ” de la traición y el éxodo”, todavía el tolerar a “micro grandes grupos”, más que a equipos de trabajo en cada órgano partidario de dirección de la instancia que este sea, transportando a una institución política a la que llegan, sus claras precisamente “mañas”, formas de actuación, “los caballazos o mulazos” en estructuras administrativas o base, las denominadas carteras, secretarias y hasta el reflejo de “la amistad y las complicidades en la nómina”; “los familiares, las novias, amantes, la bandita y el Club de Toby”, en todos lados, pero de manera especial, en los partidos políticos emergentes o de “la chiquillada”, en el que el factor ” suerte y el impacto mediático”, los ha llevado a triunfos inusitados o atípicos, sin tener las “millonarias estructuras electorales”.
En otro orden, el reflexionar en la revisión profunda o a fondo que prometen, y cuando una elección no es jamás nunca igual que la otra, mantener la calma, debido a que muchos electores ni siquiera conocen por quién votaron, y menos imaginan el cómo en diversos casos presumiblemente pudieron demasiados “amafiarse” con cada cuadro político de cuestionable reputación y ganar, toda vez que hay quienes ven los comicios como una auténtica “Guerra o la Madre de Todas las Batallas” sin cuartel, o francamente un pervertido ” negocio, quizá una inversión al riesgo”, que puede generar en el corto y mediano plazo, un capital, una plusvalía, un rendimiento y una utilidad al apostarle recursos al proyecto y a la campaña.
En la construcción de futuros, emprender la urgente metamorfosis partidista, y es claro que después del pasado domingo 2 de junio, pudiera ponerse en duda en el Edomex la continuidad en el PRI de Ana Lilia Herrera Anzaldo, en el PAN de Anuar Azar Figueroa, y pensar en el PRD en su nueva ubicación de partido local, con Agustín Barrera, su presumible sucesora, Viridiana Fuentes Cruz y Omar Ortega, en donde después de la derrota de la coalición Fuerza y Corazón por México”, y la impactante caída en términos de votos, la completa inducción de “lo caro” que salió la política de alianzas y lo mejor el que hubieran ido solos y probablemente obtener mayores resultados, al límite de parcializar la precisamente coalición, y reagruparse para el 2027 y el 2030, según el senador electo, Enrique Vargas.
Sin embargo, y así de simple, y con una dirigencia “perdedora,” ni soñarlo, y en la que hay fuertes disidencias de darle continuidad a Anuar de un grupo de panistas desde Naucalpan encabezados por Manuel Gómez Morín, nieto del fundador de Acción Nacional quienes demandan la renovación bajo el método ordinario y al otro extremo, Movimiento Ciudadano (MC), el partido de Dante Delgado, el seguir con “Los Hermanos Zepeda”, Juan y Martín, que de hecho estarán históricamente en el Congreso Mexiquense y enviar a ” Doña Juana Bonilla”, a la Coordinación Operativa Estatal, y sostener “la franquicia entre naranja y amarilla”, hasta donde sea factible hacerlo y asumirse con “la propiedad del logotipo, el emblema, la musiquita del puberto Yuawi y los ridículos fosfo, fosfo”, que dan pena ajena, en lugar de ampliar extraordinaria y espectacularmente la membresía. Unos tenis no.
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